Número 14
Editorial
La grasa de los capitales (financieros) no se banca más
Era el 23 de noviembre del 2015, algo raro había en el ambiente de la UNGS en ese lunes. La gente caminaba mirándose los pies, la cola en el buffet estaba en silencio. Si se observaba a algunas de estas personas, por un cierto tiempo, se veía como se les escapaba un gesto con la cabeza. Era un gesto que daba cuenta de una negación pero que, en realidad, expresaba indignación mezclada con incomprensión, me atrevo a pensar que esas reacciones se repetían en distintas partes del país. Esto se debía a que, hacía unas horas, los medios de comunicación transmitieron al presidente electo, junto a su séquito de secuaces, bailando bajo una lluvia de globos de colores brillantes al ritmo del pop (pop para divertirse).
Muchxs de lxs que estábamos en ese lunes trágico teníamos la angustia de saber la devastación que se aproximaba. Muchxs habíamos militado durante meses para evitar esa situación. Durante todo ese tiempo utilizamos las herramientas de nuestra formación, estrategias de persuasión y nuestras experiencias de vida para concientizar en la calle los efectos de un posible gobierno de la alianza Cambiemos.
Pero lejos de inhibirnos en la derrota, nos (re)organizamos para seguir resistiendo y, sobretodo, persistiendo en todas las instancias que creíamos pertinentes. Es por eso que en este número intentamos caracterizar a este período desde la lucha. Todxs lxs autorxs de este número son personas que reflexionan sobre la realidad pero que, además, marcharon en la columna de ADIUNGS en distintas instancias. Este número atraviesa al período que se está cerrando desde distintas dimensiones con el objetivo de que, al finalizar la lectura de conjunto, podamos tener una reflexión general sobre estos años, a partir de las visiones de trabajadorxs de una universidad del conurbano que persistió.
El modelo económico ortodoxo del gobierno nacional realizó colosales transferencias de recursos desde las clases populares hacia los sectores más concentrados de la economía; mientras en paralelo se montó una arquitectura financiera que permite y fomenta el carry trade (bicicleta financiera). Esta dinámica usurera solo nos dejó industricidio, deuda y pobreza. Para esto se utilizó un régimen fiscal que garantizaba esta dinámica en contra de derechos sociales como la educación y la salud, entre otros. Para que este plan tuviese legitimidad en la sociedad se instaló un relato a través de los medios hegemónicos. Un relato en el cual las universidades no estuvimos exentas de ser objeto de ataque: se nos relacionó con el manejo corrupto de fondos públicos y se cuestionó el acceso de las clases históricamente marginales a la educación pública. Sin embargo, el relato no fue creíble para todxs porque muchxs sabíamos que este modelo solo cierra si se sociabiliza la miseria. Ante la respuesta de lxs muchxs que luchamos, la represión se tornó en política de Estado del macrismo porque quieren callar las voces que desde los sindicatos, las ciencias, la cultura y las organizaciones sociales intentan visibilizar el conflicto social.
Así fueron estos tres años y medio, pero la sociedad ya se expresó en una primera instancia electoral en este 2019 y dijo de forma contundente “¡Basta! No se banca más”. No se banca más la grasa del capital financiero que nos exige sacrificios constantes por un futuro próspero que “quizás” va a llegar (o no). No se banca más que nuestras condiciones de vida tengan que estar en función de las tasas de ganancias de los sectores más concentrados. No se banca más que quieran reemplazar nuestros ingresos reales con crédito y que muchxs tengan que llegar a la situación de comprar alimentos en cuotas. No se banca más la desidia del gobierno de los CEOs. No se banca más que quieran desmantelar la estructura productiva, generando desempleo, baja de los salarios reales, pobreza, concentración de riqueza y un aumento estrepitoso de la desigualdad. Cuando se escriben estas palabras, la crisis empeora día a día, mientras la incertidumbre crece. En el horizonte está octubre, aunque la capacidad de daño de este gobierno hacer que parezca demasiado largo el camino de los 100 días que nos faltan. ¡No se banca más!