Número 11
Política
América Latina frente a la encrucijada Trump
El 2017 se inicia con un clima de perplejidad global. En enero, Xi Jinping, secretario general del partido comunista chino y primer líder de ese país en asistir al Foro de Davos, defendió en Suiza la globalización y comparó al proteccionismo con estar encerrado en cuarto oscuro sin luz ni aire.1
En febrero se realizó la Conferencia anual de Seguridad en Munich, que reúne a cientos de líderes políticos de Europa y Estados Unidos. En el documento oficial de la Conferencia que se tituló “Post-verdad, post-occidental y post-orden”, su director, Wolfgang Ischinger, afirmó que la seguridad internacional es hoy más frágil que en cualquier otro período tras la segunda guerra mundial y que se avizora el fin del orden mundial liberal dominado por occidente. Los principales motivos son la salida de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) y la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.2
En el tablero TEG los jugadores están reagrupando fichas.
Libre comercio o desglobalización
Nuevo orden mundial, reflujo de la globalización, desplazamiento del centro de poder desde Occidente hacia Oriente, desde el Atlántico hacia el Pacífico. Así se caracterizan los cambios que se están dando desde el inicio de la crisis global en 2008. Luego de ocho años, lo que comenzó como un crack financiero se fue mixturando con otros fenómenos y se expandió por todo el planeta en un movimiento sobrecogedor. La crisis financiera se encastró con la crisis de los sistemas de protección social, la crisis energética, y climática, la crisis migratoria y la crisis de los cuidados. El colapso es generalizado y de larga duración.
En un artículo reciente, Ignacio Ramonet afirma que el “siglo americano” ha llegado a su fin y se desvanece el “sueño europeo”: En Estados Unidos Trump constituye un verdadero sismo y en Europa ascienden formaciones de extrema derecha. El liderazgo internacional y la hegemonía militar solitaria de Estados Unidos se ven amenazadas hoy por el surgimiento de los nuevos polos de poder. Los mares de China se han convertido en la zona de mayor potencial de conflicto armado en el área Asia Pacífico.3
Para el brasilero Theotonio Dos Santos, el Pacífico es el centro privilegiado de los cambios en la economía mundial. China cuenta con un enorme volumen de liquidez y progresivamente se impone la tendencia a la valorización del yuan como moneda de circulación internacional.4
En efecto, durante la última década el G20 devino en el símbolo de la presencia de las potencias emergentes en la misma mesa de toma de decisiones económicas mundiales, junto a los países del G7. Sin embargo, como afirma Perry Anderson, desde 2012-2013 los BRICS están en apuros. Fueron los motores del crecimiento global, mientras occidente estaba envuelto en la peor recesión económica desde 1930. Pero la crisis en Brasil y Rusia y la caída de los precios de los commodities erosionaron el poderío del grupo de los mercados emergentes.5 Actualmente, anuncian, prevalecen los países relacionados con el desarrollo tecnológico, es el tiempo de los TICKS.6
La asunción de Trump puso de manifiesto las paradojas de la globalización neoliberal: la deslocalización y robotización productiva provocaron la destrucción de empleos y el aumento de la desigualdad en Estados Unidos. De hecho, el voto de los trabajadores blancos del denominado “cinturón de oxido” fue determinante en las últimas elecciones. Trump apuntó a estos sectores en su campaña con un discurso nacionalista, misógino y xenófobo, con fuertes críticas al libre comercio (TLC) y la promesa de crear millones de empleos. Cumplidor, ya se está bajando de los acuerdos multilaterales (Trans-Pacific Partnership –TPP) y está practicando una suerte de política exterior unilateralista.7
En paralelo, China gana terreno y promueve junto a India un sustituto para el mega acuerdo regional TPP, el RCEP (Regional Comprehensive Economic Partenrship), que integra a varios de los países miembros del TPP.
Fragmentación o integración latinoamericana
Para América Latina los pronósticos son diversos y coinciden en que el giro político y económico en Estados Unidos afectará gravemente las relaciones bilaterales con México, Guatemala, Honduras, El Salvador y Cuba. El despliegue de una política migratoria violatoria de los derechos humanos es uno de los puntos que genera mayor preocupación. La disminución de los ingresos por remesas, la deportación forzada de inmigrantes indocumentados o la imposición de aranceles a las importaciones tendrán un impacto directo en las economías pequeñas que orbitan en torno de los Estados Unidos.8 En México, la construcción de un muro fronterizo, la posible renegociación del NAFTA, la potencial relocalización industrial y de la maquila para ensamblar y exportar al mercado estadounidense aumentarán el desempleo y la conflictividad social de un modo casi inmediato.
Asimismo, el unilateralismo proteccionista de Trump abre interrogantes en el bloque aperturista que integra la Alianza del Pacífico (AP) –México, Colombia, Perú y Chile. La pregunta que surge es si la AP ha sido meramente una filial regional del moribundo TPP o, en cambio, sus socios guardaban bajo la manga la carta de China e India, alimentando lo que el economista Ariel Slipak denomina “Consenso de Beijing”.9 Lo mismo puede decirse de los actuales gobiernos de Brasil y Argentina. Con respecto a Venezuela, se está profundizando el ataque al gobierno bolivariano. Estados Unidos acusó al vicepresidente Tareck el Aissami de narcotráfico y Trump pidió la liberalización de Leopoldo López por las redes sociales.
Sin embargo, no son pocos los analistas locales que coinciden en remarcar previsibles continuidades en las relaciones Estados Unidos / América Latina. Para el historiador Leandro Morgenfeld, las dos estrategias estadounidenses tradicionales en la región no serán abandonadas: alejar a las potencias extra hemisféricas de su área de influencia (la política del “patio trasero”), y fomentar la fragmentación latinoamericana para evitar que prosperen organismos en los que no intervienen los Estados Unidos.10
Para la ex embajadora Cecilia Nahón, Estados Unidos cuenta con un “gobierno permanente” en América Latina que trasciende a quien ocupe la casa blanca y tendrá que negociar con el congreso y con los poderes facticos de Washington. De hecho, la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina ha sido relativamente estable en las últimas administraciones, con excepción del giro en relación con Cuba y las complejidades de la relación con México. El mayor riesgo para la región surge de la combinación de creciente endeudamiento y apertura regionales actuales, en un contexto de aumento de las tasa de interés y de tendencias proteccionistas.11
A pesar de las continuidades señaladas, esta línea de interpretación de la actual coyuntura considera que estamos frente a una nueva oportunidad para la integración latinoamericana y la diversificación de los vínculos externos con otros polos del poder mundial.
Muy diferente es la perspectiva de Andrés Malamud, para quien Estados Unidos seguirá siendo la única potencia con intereses e influencia relevantes en el continente: América Latina no avanzará hacia la integración regional, ya que las relaciones con Estados Unidos serán administradas de manera bilateral sin desarrollar un patrón común. Los países de Suramérica quedarán más expuestos a la influencia de China, aunque se limitará a la economía y no pretenderá disputar política o militarmente la hegemonía norteamericana.12 Pero los análisis de este politólogo despiertan suspicacias y esconden cierta intencionalidad que dejo a juicio del lector: Malamud cree que el gobierno venezolano es una dictadura, que Evo Morales encarna un “revival precolombino” (sic)13, que la UNASUR es un “club de presidentes”, que el regionalismo latinoamericano es un enano cada vez más gordo y que el Mercosur es un “Vervosur”.14
Ahora bien, hay otros factores que complejizan el impacto del nuevo gobierno de Estados Unidos sobre la región. Se vinculan con el ocaso de las experiencias nacional-populares y progresistas en Suramérica y con el ascenso de fuerzas políticas liberales. Desde 2015, este proceso se hizo palpable con el golpe de Estado en Brasil, la derrota electoral del kirchnerismo en Argentina, la agudización de la crisis en Venezuela, el triunfo del No en el referéndum que definía la posibilidad de reelección de Evo Morales en Bolivia, el triunfo del No en el plebiscito por el proceso de Paz en Colombia, y la victoria electoral del empresario minero Kuczynski en Perú.
En el plano regional, se ha puesto en evidencia el eclipse de los procesos de integración regional gestados en la década pasada (UNASUR, ALBA, ampliación del Mercosur) y el ascenso del paradigma del libre comercio. Se abren interrogantes acerca de un retorno fuerte a la política de alineamiento con Estados Unidos, que se barajaba en la hipótesis de gobierno demócrata de Hillary Clinton. Uno de los hechos más significativos es el intento de apartar a Venezuela del Mercosur por parte de los gobiernos de Brasil, Argentina y Paraguay, en línea con la Casa Blanca. Le siguen en importancia la reactivación de las empantanadas negociaciones comerciales entre el Mercosur y la Unión Europea, el acercamiento de Argentina y Brasil a la AP y el apuro de Macri para cerrar acuerdos con China en materia de energía. En suma, hoy la brújula no sólo orienta al Norte.
Resistencias
El retroceso de las coaliciones políticas nacional-populares y progresistas tal vez se deba, como señala Pablo Stefanoni, a que las derivas ortodoxas de estos gobiernos provocaron el debilitamiento del lazo entre partidos y movimientos sociales, y en Brasil quiebre entre gobierno y partido.15 Mientras tanto, las resistencias multisectoriales se multiplican para hacer frente a las políticas de recorte presupuestario, endeudamiento y represión de las luchas sociales, en el marco de un acelerado proceso de empobrecimiento, pérdida de derechos, aumento del desempleo y disminución de los ingresos de los trabajadores. En otras palabras, la oposición a las políticas excluyentes de la derecha está siendo encabezada hoy por organizaciones y movimientos populares, mientras que las coaliciones políticas progresistas desplazadas del control estatal pierden protagonismo. Esto es válido principalmente para Brasil y Argentina.
De cara a este nuevo escenario continental, desde 2014 un conjunto de movimientos sociales regionales que congrega a sindicatos, organizaciones campesinas, ambientalistas y feministas viene ensayando acciones conjuntas y están gestando un espacio de coordinación hemisférica que tiene como principal referente la experiencia de la Alianza Social Continental que gestó la campaña contra el ALCA. Integran este espacio de articulación la Confederación Sindical de las Américas (CSA), CLOC-Vía Campesina, el Encuentro Sindical Nuestra América (ESNA), Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA, PIT-CNT de Uruguay, REDES-Amigos de la Tierra, Marcha Mundial de Mujeres, entre otros.
A fines de 2015 acordaron en Cuba declararse en estado de movilización permanente, por la defensa de la integración regional, la paz, la democracia y la soberanía de los pueblos. El 4 de noviembre de 2016 realizaron una jornada de lucha continental por la democracia y contra el neoliberalismo, con acciones en casi todos los países del continente. Actualmente están convocando a todos los movimientos populares para la realización de un gran encuentro en Montevideo en noviembre próximo.
Lo cierto es que estas iniciativas han pasado casi inadvertidas en Argentina. La superposición y simultaneidad de una conflictividad social defensiva sectorial y local dificulta a veces advertir la densidad y escala que están adquiriendo las resistencias al embate liberal. Sin embargo, en los próximos años, la articulación regional contra-hegemónica será una tarea necesaria y urgente para hacer frente a una ofensiva conservadora indudablemente hemisférica. La campaña por la liberación de Milagro Sala y reclamo de justicia por el asesinato de la líder hondureña Berta Cáceres, son dos ejemplos de cómo se están poniendo a trabajar los resortes de la solidaridad internacional. En la misma línea, el paro mundial de mujeres del 8 de marzo concita una multitudinaria movilización en todo el continente y articuló la acción colectiva feminista a escala global de forma inédita. Su fuerza disruptiva no puede ser subestimada.
1 Diario La Nación, 17/01/2017, en http://www.lanacion.com.ar/1976527-xi-jinping-contra-el-proteccionismo-no-hay-ganadores-en-una-guerra-comercial [26/02/2017]
2 Carta Capital, 15/02/2017, en https://www.cartacapital.com.br/internacional/instabilidade-e-a-maior-desde-a-segunda-guerra-afirma-conferencia-de-munique [22/02/2017]
3 Ignacio Ramonet, “Las diez claves que explican el nuevo sistema mundo”, en Nicolás Trotta y Pablo Gentili (compiladores), América Latina. La democracia en la encrucijada, Octubre editorial – Página 12 – CLACSO, 2016, p. 131-144
4 Theotonio Dos Santos, “La ofensiva del gran capital y las amenazas para América Latina” en Nicolás Trotta y Pablo Gentili (compiladores), América Latina. La democracia en la encrucijada, Octubre editorial – Página 12 – CLACSO, 2016, p. 51-58
5 Perry Anderson, “Crisis en Brasil” en Pablo Gentili (editor), Golpe en Brasil. Genealogía de una farsa, Octubre editorial – Página 12 – CLACSO, 2016, 35-64
6 Steve Jhonson, “Los BRICS pasaron a la historia, que vivan los TICK”, El Cronista, 29/01/2016, en http://www.cronista.com/financialtimes/Los-Brics-pasaron-a-la-historia-que-vivan-los-Ticks-20160129-0008.html [27/02/2017]
7 Serge Halimi, en una “America first” en Le monde diplomatique, febrero 2017, p. 40
8 Casandra Castorena Sanchez, “El plan Trump y sus impactos en México” en Nicolás Trotta y Pablo Gentili (compiladores), América Latina. La democracia en la encrucijada, Octubre editorial – Página 12 – CLACSO, 2016, p. 109
9 Ariel Slipak, “América Latina y China ¿Cooperación Sur-Sur o Consenso de Beijing” en Nueva sociedad 250, marzo-abril 2014, p. 102-113
10 Leandro Morgenfeld, “Los desafíos de América Latina tras el terremoto Trump” en Nicolás Trotta y Pablo Gentili (compiladores), América Latina. La democracia en la encrucijada, Octubre editorial – Página 12 – CLACSO, 2016, p. 121-124
11 Cecilia Nahón, “El triunfo de Donald Trump: paradojas y peligros para América Latina” en Nicolás Trotta y Pablo Gentili (compiladores), América Latina. La democracia en la encrucijada, Octubre editorial – Página 12 – CLACSO, 2016, p. 103-108
12 Andrés Malamud, “El malentendido latinoamericano” en Nueva Sociedad 266, noviembre-diciembre 2016, p. 32-44.
13 Andrés Malamud, op. cit.
14 Andrés Malamud, “¿Por qué retrocede la izquierda en América Latina?”, en ¿Por qué retrocede la izquierda en América Latina?”, Capital intelectual – Le monde diplomatique, 2016, p. 47-80
15 Pablo Stefanoni, “La hora de la realpolitik” en Le monde diplomatique, febrero 2017, p- 4-5